Curso Certificado Convivencia Escolar y Herramientas para Prevenir la Violencia

Desde el 01 de octubre al 30 de octubre 2020

 

El sistema educacional chileno presenta un escenario complejo para enfrentar problemáticas sociales; la formación de los estudiantes está orientada a los resultados y al rendimiento académico, existe un currículum extenso orientado al cumplimiento de contenidos, situaciones de vulnerabilidad de los estudiantes y del contexto, en donde la precariedad y los recursos escasean, sobretodo en la educación municipal, ha generado un estrés en los actores responsable de sostener un exitoso clima escolar.
Del mismo modo, las situaciones de violencia escolar, se consideran como la principal dificultad dentro de las escuelas y se convierten en un desafío para los equipos de convivencia. En este fenómeno, confluyen varias acciones que son consideradas agresiones dentro del establecimiento pero que no necesariamente son actos de Bullying, podemos mencionar por ejemplo, la destrucción del mobiliario, actos de indisciplina por reacciones impulsivas de estudiantes hacia alguna autoridad, entre otras, pero que no son reiteradas en el tiempo.

Cuando las agresiones son recurrentes, da lugar a un modo de relación específico que ha sido definido como acoso o Bullying el cual, es toda acción u omisión constitutiva de agresión y hostigamiento reiterado, realizada dentro o fuera del establecimiento educacional por estudiantes que, en forma individual o colectiva, atenten en contra de otro estudiante, valiéndose para ello de una situación de superioridad o indefensión del estudiante afectado, que provoque en este último, maltrato, humillación o fundado temor de verse expuesto a un mal de carácter grave.(Valoras, 2007).De acuerdo a la Encuesta Nacional de la Juventud del año 2018, de un 20% de la muestra encuestada, entre jóvenes de 15-18 años, un 18,2% declaran haber sufrido violencia física en su lugar de estudio y un 15, 3% violencia psicológica. (INJUV,2018)

Sumado a estas cifras, se consideran también altos índices de acoso cibernético, un fenómeno que se ha instalado durante los últimos años en nuestro sistema escolar y es considerado como el más frecuente y el que genera mayor impacto negativo en la victima. El cyberbullying, se refiere a todas aquellas conductas de acoso realizadas a través de medios tecnológicos. Las agresiones por internet muchas veces son anónimas, por lo que aumenta la sensación de indefensión de la víctima además, el número de espectadores o testigos puede ser mayor, en la medida en que la agresión se reproduzca una y otra vez, transformándose en un daño recurrente para la víctima. (Paz Educa, 2007).

De acuerdo a la encuesta INJUV 2018, 1 de cada 5 jóvenes señala haber sido víctima de alguna situación de cyberbullying el último año, mientras que cerca de 1 de cada 10 asegura haber sido perpetrador de estas acciones (21,1% y 7,8%, respectivamente). El haber realizado preguntas sexuales, o el haber intentado chatear sobre sexo haciendo sentir incómodo/a a la víctima, son las principales formas de ciberacoso reportado (11%). Le sigue el haber recibido mensajes ofensivos al celular por WhatsApp u otros servicios de mensajería (10,3%). (INJUV, 2018).

Finalmente, las consecuencias más relevantes del acoso escolar para las víctimas se relacionan con el distanciamiento social, bajo rendimiento en los aprendizajes, apatía impacto negativo en la autoestima, temor constante a ser agredido y en muchos casos, puede ocurrir auto agresiones y suicidio. Estudios internacionales demuestran que trabajar con los testigos del acoso podría romper el círculo de la violencia escolar puesto que, al ser capacitados y empoderados en su rol como agentes preventivos, podrían dejar de validar al agresor en sus conductas, podrían detenerlo y denunciar las agresiones.

Es este caso, la comunidad educativa tiene un rol fundamental en la detección y protección de los estudiantes frente a hechos de violencia, sin embargo, es preciso incluir dentro del currículum y en todas las áreas de la gestión educativa, instancias de prevención. Es necesario cambiar el paradigma y dejar de concebir la convivencia como un acto netamente disciplinario dentro de la escuela, es preciso mirar el problema como una instancia de aprendizaje diario y construir una convivencia escolar desde un enfoque formativo y pedagógico.

“La convivencia escolar no solo está en el hecho de cumplir un currículum, unos temas, unas órdenes, sino que va más allá y plantea la necesidad de revisar las relaciones que se tejen, las dinámicas, el sentir entre las personas y el horizonte en el cual se establece la escuela”. López de Mesa, C. 2013.

 

Fechas America/Santiago 2020-10-01 12:00:00 2020-10-30 23:59:00 Curso Certificado Convivencia Escolar y Herramientas para Prevenir la Violencia El sistema educacional chileno presenta un escenario complejo para enfrentar problemáticas sociales; la formación de los estudiantes está orientada a los resultados y al rendimiento académico, existe un currículum extenso orientado al cumplimiento de contenidos, situaciones de vulnerabilidad de los estudiantes y del contexto, en donde la precariedad y los recursos escasean, sobretodo en la educación municipal, ha generado un estrés en los actores responsable de sostener un exitoso clima escolar. Del mismo modo, las situaciones de violencia escolar, se consideran como la principal dificultad dentro de las escuelas y se convierten en un desafío para los equipos de convivencia. En este fenómeno, confluyen varias acciones que son consideradas agresiones dentro del establecimiento pero que no necesariamente son actos de Bullying, podemos mencionar por ejemplo, la destrucción del mobiliario, actos de indisciplina por reacciones impulsivas de estudiantes hacia alguna autoridad, entre otras, pero que no son reiteradas en el tiempo. Cuando las agresiones son recurrentes, da lugar a un modo de relación específico que ha sido definido como acoso o Bullying el cual, es toda acción u omisión constitutiva de agresión y hostigamiento reiterado, realizada dentro o fuera del establecimiento educacional por estudiantes que, en forma individual o colectiva, atenten en contra de otro estudiante, valiéndose para ello de una situación de superioridad o indefensión del estudiante afectado, que provoque en este último, maltrato, humillación o fundado temor de verse expuesto a un mal de carácter grave.(Valoras, 2007).De acuerdo a la Encuesta Nacional de la Juventud del año 2018, de un 20% de la muestra encuestada, entre jóvenes de 15-18 años, un 18,2% declaran haber sufrido violencia física en su lugar de estudio y un 15, 3% violencia psicológica. (INJUV,2018)Sumado a estas cifras, se consideran también altos índices de acoso cibernético, un fenómeno que se ha instalado durante los últimos años en nuestro sistema escolar y es considerado como el más frecuente y el que genera mayor impacto negativo en la victima. El cyberbullying, se refiere a todas aquellas conductas de acoso realizadas a través de medios tecnológicos. Las agresiones por internet muchas veces son anónimas, por lo que aumenta la sensación de indefensión de la víctima además, el número de espectadores o testigos puede ser mayor, en la medida en que la agresión se reproduzca una y otra vez, transformándose en un daño recurrente para la víctima. (Paz Educa, 2007).De acuerdo a la encuesta INJUV 2018, 1 de cada 5 jóvenes señala haber sido víctima de alguna situación de cyberbullying el último año, mientras que cerca de 1 de cada 10 asegura haber sido perpetrador de estas acciones (21,1% y 7,8%, respectivamente). El haber realizado preguntas sexuales, o el haber intentado chatear sobre sexo haciendo sentir incómodo/a a la víctima, son las principales formas de ciberacoso reportado (11%). Le sigue el haber recibido mensajes ofensivos al celular por WhatsApp u otros servicios de mensajería (10,3%). (INJUV, 2018).Finalmente, las consecuencias más relevantes del acoso escolar para las víctimas se relacionan con el distanciamiento social, bajo rendimiento en los aprendizajes, apatía impacto negativo en la autoestima, temor constante a ser agredido y en muchos casos, puede ocurrir auto agresiones y suicidio. Estudios internacionales demuestran que trabajar con los testigos del acoso podría romper el círculo de la violencia escolar puesto que, al ser capacitados y empoderados en su rol como agentes preventivos, podrían dejar de validar al agresor en sus conductas, podrían detenerlo y denunciar las agresiones. Es este caso, la comunidad educativa tiene un rol fundamental en la detección y protección de los estudiantes frente a hechos de violencia, sin embargo, es preciso incluir dentro del currículum y en todas las áreas de la gestión educativa, instancias de prevención. Es necesario cambiar el paradigma y dejar de concebir la convivencia como un acto netamente disciplinario dentro de la escuela, es preciso mirar el problema como una instancia de aprendizaje diario y construir una convivencia escolar desde un enfoque formativo y pedagógico. “La convivencia escolar no solo está en el hecho de cumplir un currículum, unos temas, unas órdenes, sino que va más allá y plantea la necesidad de revisar las relaciones que se tejen, las dinámicas, el sentir entre las personas y el horizonte en el cual se establece la escuela”. López de Mesa, C. 2013. Plataforma Online Academia Fundación Honra

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El sistema educacional chileno presenta un escenario complejo para enfrentar problemáticas sociales; la formación de los estudiantes está orientada a los resultados y al rendimiento académico, existe un currículum extenso orientado al cumplimiento de contenidos, situaciones de vulnerabilidad de los estudiantes y del contexto, en donde la precariedad y los recursos escasean, sobretodo en la educación municipal, ha generado un estrés en los actores responsable de sostener un exitoso clima escolar. Del mismo modo, las situaciones de violencia escolar, se consideran como la principal dificultad dentro de las escuelas y se convierten en un desafío para los equipos de convivencia. En este fenómeno, confluyen varias acciones que son consideradas agresiones dentro del establecimiento pero que no necesariamente son actos de Bullying, podemos mencionar por ejemplo, la destrucción del mobiliario, actos de indisciplina por reacciones impulsivas de estudiantes hacia alguna autoridad, entre otras, pero que no son reiteradas en el tiempo. Cuando las agresiones son recurrentes, da lugar a un modo de relación específico que ha sido definido como acoso o Bullying el cual, es toda acción u omisión constitutiva de agresión y hostigamiento reiterado, realizada dentro o fuera del establecimiento educacional por estudiantes que, en forma individual o colectiva, atenten en contra de otro estudiante, valiéndose para ello de una situación de superioridad o indefensión del estudiante afectado, que provoque en este último, maltrato, humillación o fundado temor de verse expuesto a un mal de carácter grave.(Valoras, 2007).De acuerdo a la Encuesta Nacional de la Juventud del año 2018, de un 20% de la muestra encuestada, entre jóvenes de 15-18 años, un 18,2% declaran haber sufrido violencia física en su lugar de estudio y un 15, 3% violencia psicológica. (INJUV,2018)Sumado a estas cifras, se consideran también altos índices de acoso cibernético, un fenómeno que se ha instalado durante los últimos años en nuestro sistema escolar y es considerado como el más frecuente y el que genera mayor impacto negativo en la victima. El cyberbullying, se refiere a todas aquellas conductas de acoso realizadas a través de medios tecnológicos. Las agresiones por internet muchas veces son anónimas, por lo que aumenta la sensación de indefensión de la víctima además, el número de espectadores o testigos puede ser mayor, en la medida en que la agresión se reproduzca una y otra vez, transformándose en un daño recurrente para la víctima. (Paz Educa, 2007).De acuerdo a la encuesta INJUV 2018, 1 de cada 5 jóvenes señala haber sido víctima de alguna situación de cyberbullying el último año, mientras que cerca de 1 de cada 10 asegura haber sido perpetrador de estas acciones (21,1% y 7,8%, respectivamente). El haber realizado preguntas sexuales, o el haber intentado chatear sobre sexo haciendo sentir incómodo/a a la víctima, son las principales formas de ciberacoso reportado (11%). Le sigue el haber recibido mensajes ofensivos al celular por WhatsApp u otros servicios de mensajería (10,3%). (INJUV, 2018).Finalmente, las consecuencias más relevantes del acoso escolar para las víctimas se relacionan con el distanciamiento social, bajo rendimiento en los aprendizajes, apatía impacto negativo en la autoestima, temor constante a ser agredido y en muchos casos, puede ocurrir auto agresiones y suicidio. Estudios internacionales demuestran que trabajar con los testigos del acoso podría romper el círculo de la violencia escolar puesto que, al ser capacitados y empoderados en su rol como agentes preventivos, podrían dejar de validar al agresor en sus conductas, podrían detenerlo y denunciar las agresiones. Es este caso, la comunidad educativa tiene un rol fundamental en la detección y protección de los estudiantes frente a hechos de violencia, sin embargo, es preciso incluir dentro del currículum y en todas las áreas de la gestión educativa, instancias de prevención. Es necesario cambiar el paradigma y dejar de concebir la convivencia como un acto netamente disciplinario dentro de la escuela, es preciso mirar el problema como una instancia de aprendizaje diario y construir una convivencia escolar desde un enfoque formativo y pedagógico. “La convivencia escolar no solo está en el hecho de cumplir un currículum, unos temas, unas órdenes, sino que va más allá y plantea la necesidad de revisar las relaciones que se tejen, las dinámicas, el sentir entre las personas y el horizonte en el cual se establece la escuela”. López de Mesa, C. 2013.
Plataforma Online Academia Fundación Honra

Desde: Jueves 01 de octubre del 2020, 12:00 hrs.

Hasta: Viernes 30 de octubre del 2020, 23:59 hrs.

Lugar

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